NAPOLEÓN PISANI..,

NAPOLEÓN PISANI.., se encuentra en su estudio y les da a todos los visitantes la más cordial bienvenida...

Adelante amigos, siéntanse como en vuestra casa...

martes, 28 de junio de 2011

EL MUSEO PARTICULAR DE ELBANO CONTRERAS

Napoleón Pisani Pardi

Elbano Contreras.

    Durante muchos años viajamos por el interior del país, con la intención de visitar las casas de nuestros artistas populares. Durante ese peregrinar, y de manera sorpresiva, encontramos personajes extraordinarios, personajes con una inmensa capacidad creativa e íntimamente unidos a su entorno, a los aromas de su tierra pródiga, a la luz y los colores del paisaje, a la música que escucharon sus antepasados, y sigue emocionando el corazón de los habitantes de esos reducidos espacios de Venezuela. Qué grato fue encontrarlos y hablar con ellos, qué grato fue compartir sus bebidas, artesanales, a veces, pero siempre propicias para aliñar la conversación y crear afectos, que siguen ahí, en ese inefable e infalible hilo conductor del sentimiento.
    Fue así, como llegamos a conocer a Elbano Contreras, allá en Niquitao, una pequeña población del Estado Trujillo. Eso sucedió a comienzo de 1983, cuando los años eran menos, y los ánimos y el optimismo no tenían límites.
    Niquitao está situado a 28 kilómetros de Boconó, “el jardín de Venezuela”, como bautizó el Libertador a esta agradable ciudad de los andes. Niquitao, para aquel momento, tenía alrededor de dos mil habitantes, y una temperatura de quince grados centígrados. En este sitio, donde José Félix Ribas llevó a cabo una importante batalla en 1813, visité, en aquella oportunidad, a uno de los museos particulares más sorprendentes del país. Máquinas de coser y de escribir, vitrolas, armas de la Independencia y la Guerra Federal, retablos coloniales, sillas de montar a caballo, radios, tallas en piedra y en madera, cerámicas de los indios Timoto-Cuicas, estribos, cuadros, abanicos, ángeles de anime, pilas bautismales, marcos de metal, trapiches en miniatura, alambiques, fotografías y libros antiguos, monedas, billetes, llaves viejísimas, tinajeros, etc., etc., componen la colección de Elbano Vicente Contreras Cruz, un hombre de poco hablar, quien, desde 1947, se dedicó a buscar las piezas que conforman el Museo José Félix Ribas de Niquitao.


    En un pequeño folleto acerca del museo, publicado en septiembre de 1970, Elbano Contreras dice lo siguiente: “He recorrido caminos escarpados y solitarios en busca de antigüedades, conseguí algunas veces, otras no; pero el sueño soberbio de un ideal me hacía trasladarme a otros lugares a efectuar el mismo trabajo, porque mis fuerzas físicas y psíquicas convergían al misterio del arte. He aquí el orgullo de mi palabra empeñada en el campo de las realidades”.
    El estar allí, y encontrar tantas cosas interesantes en aquel lugar, nos permitió hacerle una entrevista al poseedor de esa heterogénea colección.


-    ¿Qué lo motivó a coleccionar todas estas cosas, señor Contreras?
-    A mí lo que me indujo a coleccionar todo esto que usted ve aquí, fue el darme cuenta de que se estaban llevando y especulando con los objetos históricos de estos lugares. Entonces me decidí a buscarlos y guardarlos en esta casa, para que las nuevas generaciones conocieran estas cosas que son tan importantes para el país.

-    ¿Este museo es visitado por mucha gente?
-    Aquí han venido gente de Estados Unidos, México, Colombia, Argentina y Venezuela. Entre esas personas se encuentran Erika Wagner, la señora Atencio, Miguel Acosta Saignes y Marco París del Gallego, que son gente conocedora de la importancia que tienen las piezas de mi colección.

-    ¿Cómo se sostiene económicamente este museo?
-    Yo no recibo ayuda oficial de ninguna clase, así que este museo lo sostengo yo solo.

-   ¿Estas 26 máquinas de coser del siglo pasado, así como esa magnífica colección de retablos coloniales, además de los otros objetos que contiene el museo, fueron conseguidos por esta zona?
-    Sí, todo lo que usted ve aquí, fue conseguido por esta zona.

-    ¿Quién conserva o mantiene en tan buen estado las piezas que aquí se exhiben?
-     Yo.

-    ¿Cuáles son las piezas del museo que usted considera más importantes?
-    Todas son importantes, pero sobre todo las armas de nuestra Independencia.

-       Además de coleccionista, usted es muy buen artista, pues sus tallas realizadas sobre raíces son un testimonio evidente de su gran sensibilidad plástica. ¿Ha realizado alguna muestra de estos trabajos?
-          No.

Elbano Contreras, con una de sus tallas.

-    ¿Por qué?
-    Pues porque nadie me lo ha propuesto.

-    Entonces yo se lo voy a proponer.
-     Muchas gracias.

-   Este año se celebra el Bicentenario del Natalicio del Libertador. ¿Alguna institución cultural del Estado ha tomado en cuenta al museo para incluirlo dentro de las actividades programadas para exaltar esta fecha tan importante?
-     No.

-    ¿Qué piensan los niquitaenses acerca de su museo?
-     Ellos sienten orgullo de que exista un lugar como éste acá en Niquitao. Ellos traen a los viajeros para que admiren el tesoro que nos ha donado la naturaleza y el hombre en estas tierras de los Timoto-Cuicas.

-   Durante 36 años usted se ha dedicado a coleccionar toda clase de objetos antiguos. ¿Qué métodos ha empleado para conseguir todos esos objetos?
-     Un método que se llama constancia.

-    ¿Sólo constancia?
-     ¿Qué más, pues?

-    Disculpe señor Elbano, pero es que en este país la constancia es una cosa rara.
-     Si usted lo dice…


    Hace ya 28 años de aquella conversación con Elbano Contreras, allá en Niquitao, dentro de aquel museo donde él guardó, con tanta veneración, parte de nuestro pasado. No hemos vuelto a saber de él, ni de su museo. Ojalá que ese sitio siga custodiando con tanto esmero, esa colección que es un valioso patrimonio cultural del país. Ojalá que el museo continúe siendo un importante atractivo para los venezolanos y extranjeros que visiten esa población del Estado Trujillo. Y ojalá que alguien, al leer este escrito, nos dé razón del museo y de quien, con tanto amor, con tanta constancia, recolectó y guardó en su casa, con el mayor cuidado, parte de nuestra historia, parte de muchos objetos que fueron útiles y necesarios en la cotidianidad del trabajo, del hogar, de la calle, de los ritos religiosos, en fin, de la vida toda, en sus amplísimas y siempre sorprendentes e inextinguibles manifestaciones de la existencia.


Ver la revista KENA Nº 421, de fecha 7 de julio de 1983.


EL AZAR TAMBIEN AYUDA

Nany Goncalves, Rebeca Guerra Bolet y Alfredo Schael.
Museo del Transporte, Caracas, 2011.

    Días antes de publicar en mi blog este artículo acerca del Museo particular de Elbano Contreras en Niquitao, tuve la suerte de conocer a Nany Goncalves, investigadora del IARTES, y a Rebeca Guerra Bolet, coordinadora del Sistema Nacional de Museos, en el Museo del Transporte en Caracas. Eso fue el día 23 de junio del año en curso, cuando ambas trabajadoras de la cultura asistieron a una reunión con Alfredo Schael y otros miembros de la Junta Directiva del Museo del Transporte.
    Luego de la reunión, que fue muy cordial, estuvimos conversando sobre muchas cosas, y fue en aquel momento, y de manera sorprendente, cuando, con ayuda del azar, surgió el nombre de Elbano Contreras… Y entonces Nany Goncalves habló de una amiga: Carmen Angel, que a la vez es una prima de Rosa Pérez de Pujol, esposa de Betoni Pujol, Cronista de Niquitao, y fue así, gracias a la intervención del azar, de Nany y de Carmen, por supuesto, los que me permitieron comunicarme con la esposa del Cronista de Niquitao.
    Desafortunadamente, ella me informó que después de la muerte del señor Contreras, ocurrida hace pocos años, aquella magnífica colección que, con tanto esmero y amor, él guardaba en su casa, fue desmantelada. Una pequeña parte de esa colección se quedó en Niquitao, a Dios gracias, y será exhibida en una de las salas del Museo Comunitario Monseñor Dr. Jesús Manuel Jáuregui Moreno, el cual se inaugurará el día 13 de agosto en Niquitao.
    Espero estar allí, y compartir con los niquitaenses y con los visitantes de otros lugares del país, ese momento tan especial, que será, también, una manera de honrar la memoria de ese extraordinario personaje del Estado Trujillo: Elbano Vicente Contreras Cruz, un venezolano ejemplar. 

sábado, 18 de junio de 2011

ES COMO VOLVER A VISITAR A REVERON

Napoleón Pisani Pardi


    La película Reverón, de Diego Rísquez, nos lleva de nuevo a visitar al artista en su casa-taller de Macuto. Y como dijo Miguel Angel Asturias en 1956 al referirse al documental de Margot Benacerraf sobre el pintor: “Nos hace convivir con Reverón, seguirlo en sus faenas, percibirlo en sus angustias, escucharlo monologar y dialogar, y verlo untar de sol y de paisaje sus ropas y cabellos suaves, y sus pupilas de cristal de roca, hondas, pobladas de sueños que la cámara no logró alcanzar”.
    Qué tantas gracias le podemos dar al realizador de esta película, que a través de la magia del cine nos transportó hacia otra magia: la vida y la obra de un gran creador venezolano, ejemplo de honradez, de talento, de coraje y de genio. Un artista nacional que nada le debe al arte de otros países. El impresionismo de Reverón es venezolano. Las formas, los colores, las luminosidades, la soltura gestual que utiliza durante el proceso de creación de su pintura, son invenciones suyas, como de él es su necesidad de crear una instalación que lo envuelva, lo proteja, y sea, además, un determinante y obsesivo espacio estético, tan ajustado a una forma de existencia muy próxima a la representación teatral.

 
    Y qué tantas gracias le podemos dar a los actores que, tan magistralmente, nos permitieron reencontrarnos con algunos queridos personajes que ellos interpretaron en esta película, donde vi a Eyidio niño, quien fue mi amigo. Eyidio Moscoso, pintor, y quien ya adulto empezó a escribir lo que recordaba del pintor y de su compañera. La Fundación Museo Armando Reverón publicó esos recuerdos bajo el título Reverón, amigo de un niño. Eyidio murió el 13 de mayo de 1996 en su casa del callejón de Macuto, frente al Castillete. Sus vecinos, que a diario visitaba, al notar su ausencia y percibir un fuerte olor, entraron a su casa y lo encontraron muerto. Se había quedado solo. Como sola se había quedado Juanita en el mismo momento del fallecimiento del artista. “Ya no me vienen a visitar los amigos de Armando”, me dijo ella en 1967. “Los amigos de Armando”. ¿Y de ella no eran amigos?. Bien, no haremos ningún comentario al respecto.
    Gio Ponti, el gran arquitecto italiano que visitó varias veces a Venezuela, conoció la obra del pintor en la casa de Armando Planchart como él mismo lo afirmó: “Donde Armando Planchart, protector de Reverón, vi la primera pintura reveroniana; él fue mi compañero en la emocionante visita a la casa de Reverón, que yo he ilustrado en DOMUS Nº 296. El cuadro que vi en la casa de Planchart me impresionó, pero no pregunté de qué escuela venía el pintor, sí quién era ese hombre. Ese pintor se me antoja como una especie de Quijote del pincel, transportado a las regiones alucinantes del Mar Caribe, respirando el vaho cálido que emana de las playas ardientes. El Castillete es un testimonio histórico, patético y dramático del pintor venezolano más grande de esta era”.


    Siete páginas, con excelentes fotografías de Grazziano Gasparini, y un croquis realizado por el mismo Gio Ponti, donde se puede apreciar la distribución de los diferentes espacios que existían en el Castillete, aparecieron en la revista DOMUS Nº 296, del mes de julio de 1954. Y en otro número (394) de DOMUS, al referirse a la casa de la familia Arreaza (hace años demolida) que estaba en el Country Club, Ponti declaró lo siguiente: “Estoy feliz porque La Diamantina tiene luz y sombra, porque su arquitectura es de espacios y no de volúmenes. Estoy feliz porque con ella encontré una vía para expresarme, porque pinté sus puertas, decoré y coloreé los techos, fabrique mi ventana decorativa y mi mobiliario, y colgué un hermoso Reverón, el pintor venezolano que tanto me gusta”.
    El pintor venezolano que tanto nos gusta, diríamos miles, quienes solicitamos la reconstrucción del Castillete y la intervención de su espacio anexo, que está en pie, y que es salvable. Existen tres documentales, el de Roberto Lucca, Edgar Anzola y el de Margot Benacerraf, así como una enorme cantidad de fotografías del Castillete, y además el croquis de Gio Ponti, que indudablemente servirían de guía para la reconstrucción de la casa-taller del pintor.
    Quizás ahora, luego del gran éxito de la exposición de Reverón en Nueva York, y del éxito, también, de esta película de Diego Rísquez, que ha despertado un enorme interés entre el público nacional y el de otros países, el Estado venezolano entienda que la reconstrucción del Castillete es una necesidad cultural. ”El Castillete –como lo dijo Gio Ponti– es un testimonio histórico, patético y dramático del pintor venezolano más grande de esta era”.
    Las gracias más cálidas, más auténticas, más conmovidas, al realizador de la película Reverón, a los actores y actrices, y a todo el equipo técnico, que nos permitieron volver a Reverón y a Juanita, a su mundo extraordinario, a su modo de ver la vida, a su modo de vivirla en conjunción con la naturaleza, con el arte y el amor.

GRACIAS.

UNA BUENA HISTORIA

Napoleón Pisani Pardi

Don Fernando de Baviera y Borbón

    En 1921 vino a Caracas, en visita especial, Don Fernando de Baviera y Borbón. Ese mismo año se inaugura en Nueva York, una estatua del Libertador realizada por la artista estadounidense Sally James Farnham, acontecimiento que ocasionó la caída del Canciller Esteban Gil Borges.

    Con motivo de la visita del Príncipe Español Don Fernando de Baviera y Borbón a Caracas, el Gobierno Nacional nombró un Comité de Recepción integrado por las siguientes personalidades: Dr. Felipe Tejera, Dr. Felipe Francia, Henrique Eraso, Dr. José Santiago Rodríguez, Jesús María Herrera Mendoza, Presbítero Rafael Lovera, Dr. F. A. Rísquez, Dr. Bartolomé López de Ceballos, Dr. Eduardo Calcaño, Dr. José Rafael Pérez, Dr. Salvador Álvarez Michaud, Santiago Vegas y Manuel Pérez. Pocos días después de la llegada del Príncipe al país, el señor Jesús María Herrera Mendoza, quien llegaría a ser el primer Presidente del Banco Central de Venezuela, fue designado por Decreto Presidencial, miembro de la Embajada Extraordinaria que envió Venezuela a Nueva York, con motivo de la inauguración del monumento al Libertador en el Central Park.
   En el tomo I de su libro Reminiscencias, el señor Herrera Mendoza dice lo siguiente: “Me cupo el honor de formar parte de esa Misión presidida por el Dr. Esteban Gil Borges, Ministro de Relaciones Exteriores. Sus otros componentes fueron los señores doctor Santos A. Dominici, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Venezuela en Washington, Felipe Francia, Francisco Javier Yanes, Dr. José Santiago Rodríguez y Manuel Segundo Sánchez. Figuraba como Agregado Militar el Coronel Antonio Martínez Sánchez, y como Secretario de la Misión el Dr. Alberto Adriani. Gil Borges eligió a John Barret, ex-Director de la Unión Panamericana, para representarle en las gestiones preparatorias que precedieron al acto de inauguración”.

Dr. Esteban Gil Borges.

    Los miembros de la Misión Venezolana fueron alojados en el hotel Waldorf Astoria, donde horas después, se presentaron dos periodistas latinoamericanos, reporteros de diarios newyorkinos, con la finalidad de solicitarle al Canciller Gil Borges una copia del discurso que él pronunciaría el 19 de abril ante el monumento en honor a Simón Bolívar, anticipándose, de esta manera, a los otros diarios que irían a cubrir tan importante acontecimiento. Gil Borges les manifestó que, muy a pesar suyo, no podía complacerles porque el discurso no estaba todavía terminado, y porque consideraba que no podía entregar copias a la prensa sino después de pronunciar el discurso. Los periodistas, ante la negativa del Canciller, le aseguraron que regresarían al día siguiente para darle tiempo a meditar mejor su resolución. Gil Borges, visiblemente alterado, los acompañó hasta la puerta de salida. “Usted se acordará de nosotros”, dijeron de manera amenazante los reporteros.

Una corrida de gala en honor al Príncipe

    En la Caracas de los techos rojos, existía mucho entusiasmo con motivo de la visita del Príncipe español, quien se había alojado en la casa de don Eloy Anzola, que estaba situada frente a la Plaza España. Por esa razón, poco después, esa residencia empezó a ser llamada por la gente “la casa del Príncipe”, donde siete años más tarde también se alojaría el piloto estadounidense Charles Linbergh.

La casa de Don Eloy Anzola Montauban, donde se alojó el
Príncipe español.

     En su libro La Fiesta Brava en Caracas, Carlos Salas dice lo siguiente: “El lunes 9 de mayo de 1921 se celebró una corrida de gala en el Nuevo Circo en honor al Príncipe Don Fernando de Baviera y Borbón. El cartel estuvo compuesto por las espadas Rufino San Vicente, “Chiquito de Begoña”; Francisco Pérez Rivera; Eleazar Samanes, “Rubito”; y Julio Mendoza, “Niño II”; y de espada de reserva Felipe Reina, “Niño de Rubio”. El lleno fue tan grande que hubo necesidad de acondicionar las azoteas del circo, el cual estuvo adornado con banderas, mantones de Manila, flores y la gracia de la mujer caraqueña”.
    Bailes, desfiles militares, una exposición de pintura con obras de Arturo Michelena, Cristóbal Rojas y Tito Salas, y la presentación de la obra de teatro Bolívar, del escritor español Francisco Villaespesa, que había venido a nuestra capital con su compañía de teatro para actuar en aquella ocasión tan especial, fueron algunas de las actividades programadas para agasajar al Príncipe.

La escritora Teresa de la Parra.

    En ese mismo año de 1921, Teresa de la Parra publica sus primeros cuentos en el diario El universal. Fallece en Caracas Carlos Zuloaga Tovar, padre de Armando Zuloaga Blanco, el joven estudiante que murió en Cumaná, en 1929, durante los sucesos de la invasión del Falke. Juan Vicente Gómez estuvo a punto de morir por causa de una retención de orina. Linares Alcántara, hijo del general Francisco Linares Alcántara, quien fue Presidente de Venezuela, organiza otra segunda invasión al país, que igualmente fracasa. Luego vendrían otras invasiones que tendrían el mismo final. “Los antiguos funcionarios de Cipriano Castro, convertidos posteriormente en altos personeros del gobierno gomecista, al pasar al bando enemigo se transforman en el exilio en cabecillas que intentarán organizar en las Antillas, México, Estados Unidos y Europa, expediciones armadas con el fin de invadir a Venezuela y derrocar a la dictadura, pero son siempre vigilados por los agentes destinados al espionaje en el exterior”. Armando Zuloaga Blanco, Voces de una Caracas Patricia, de Ignacia Fombona de Certad. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, caracas, 1995.
    La visita del ilustre miembro de la realeza española, que causó un gran revuelo entre los habitantes de la capital, sirvió para desviar la atención de los graves problemas políticos, económicos, sociales, culturales, etc., etc., que aquejaban a la nación. Ver a un Príncipe en persona, con su vestimenta tan apropiada a su jerarquía real, y con sus ademanes tan cosmopolitas, tan plenos de “glamour”, no era poca cosa.

El Príncipe español saliendo de la casa de Don Eloy Anzola.

    Más adelante, en 1924, otro Príncipe nos visitaría, Don Enrique de Borbón, primo de Alfonso XIII. Pero este personaje nos visitaría por razones más terrenales, más sinceras e inmediatas: vino detrás de la bella cupletista Carmen Flores, la cual se presentaba en el Teatro Olympia, cuyo dueño era el empresario Vito Modesto Franklin, quien se hacía llamar Duque de Rocanegras. La Trama, el desarrollo y el final de esta historia, es sumamente conocida.

Inauguración de la estatua del Libertador



    La estatua del Libertador Simón Bolívar, obra de la notable artista estadounidense Sally James Farnham, que fue un regalo del gobierno de Gómez a la ciudad de Nueva York, se inauguró el 19 de abril de 1921. Ese mismo día se reinaugura en Caracas, el nuevo emplazamiento de la estatua de Jorge Washington, en El Paraíso, obra del escultor W. R. O’Donovan, la cual, desde 1883, se encontraba frente a la iglesia de Santa Ana y Santa Teresa.
    Entre los números principales del Programa elaborado para el acto de inauguración del monumento, estaban: Himnos Nacionales de los Estados Unidos y de Venezuela. Discurso del doctor Esteban Gil Borges. Discurso del Gobernador del Estado de Nueva York, señor Nathan L. Muller, y discurso del Presidente de los Estados Unidos de América, señor Warren G. Harding.
    El discurso del Canciller venezolano fue largo, muy largo, y en ningún momento mencionó los nombres de Victoriano Márquez Bustillos, para entonces Presidente Provisional de Venezuela, y el de Juan Vicente Gómez, el verdadero hombre fuerte del país. Tampoco mencionó el nombre de la artista que realizó la escultura, sólo dijo: “Manos de mujer plasmaron esta estatua que mi país ofrenda a los Estados unidos, como prenda de perpetua amistad; manos de mujer dieron el relieve eterno del bronce a esa vida que fue un prodigioso ensueño de heroísmo, de belleza y de amor”.


    Los honores militares a la estatua del Libertador y al Presidente Harding estuvieron a cargo del “First Battery National Guard” de Nueva York. Cerró el acto la invocación hecha por el Reverendo Michael J. Lavelle y la bendición de la estatua por el Reverendo William T. Manning, Arzobispo de Nueva York.
    El no haber mencionado el nombre de Gómez en el discurso, les permitió a los dos periodistas que anteriormente habían amenazado al Canciller Gil Borges con la frase “Usted se acordará de nosotros”, para tejer una intriga política en contra del Canciller, a través de la prensa newyorkina. En una serie de publicaciones manifiestamente tendenciosas, comparaban a Gómez con Gil Borges. Del primero se expresaban de manera denigrante, y al segundo lo exaltaban como el hombre indicado para gobernar a Venezuela. Aquella campaña tuvo un efecto negativo para el Canciller. Al regresar al país, no fue recibido por ningún funcionario de la Cancillería en el Puerto de la Guaira. Ni obtuvo en forma alguna la bienvenida de su Gobierno. Al llegar a Caracas, y ante aquel desprecio insultante, decidió encerrarse en su casa. Luego fue designado Ministro de Relaciones Exteriores, el doctor Pedro Itriago Chacín. Y Gil Borges se expatriaba voluntariamente con su familia para los Estados Unidos. Regresó al país después de la muerte de Juan Vicente Gómez.

Sally James Farnham (1876 – 1943)


    Sally James Farnham comenzó a trabajar la escultura, como una manera de aliviar el aburrimiento que le causaba una larga estancia en un hospital. Pero luego, y debido a su talento, se convirtió en una de las mejores artistas de su país.
    En 1916, Sally compitió contra veinte escultores para el proyecto de un monumento al Libertador, patrocinado por el gobierno venezolano. 24.000 dólares recibió como premio la artista, quien, durante cinco años, estuvo trabajando en la obra que fue inaugurada el 19 de abril de 1921 ante una gran multitud que se congregó en el Parque Central de Nueva York. “Ese fue el día más grande en mi vida”, declaró la escultora, que luego recibió el más alto honor otorgado por el gobierno venezolano: la Orden del Busto de Bolívar.
    La artista estadounidense realizó 14 copias, en pequeño formato, del monumento. Una se encuentra en la Casa Natal del Libertador; otras: en el Museo Bolivariano, Caracas, en la Organización de los Estados Americanos, Washington; en la Colección Cisneros, Caracas, y en otras colecciones públicas y privadas del exterior.
    Treinta años después, la estatua fue trasladada a otro lugar del Parque Central, donde se colocó sobre un pedestal de granito negro, y de nuevo fue inaugurada, en su nuevo espacio, el 19 de abril de 1951.

Boceto de la estatua publicado en el
semanario La Revista. Caracas, 1916.

    En el semanario ilustrado La Revista Nº 95 de fecha 4 de marzo de 1916, se publicó una foto del boceto de la estatua, y una pequeña nota acerca de la artista y de la obra ganadora en aquel concurso internacional. En una parte del texto publicado en La Revista dice: “… el magnífico monumento que hoy reproducimos y por cuya adquisición felicitamos al Gobierno Nacional, cuidadoso defensor del decoro patrio y de la más pura de nuestras glorias”. Eso de cuidadoso defensor del decoro patrio, es otra clara demostración del sempiterno jalabolismo hacia todos los gobiernos que han existido en este hermoso, noble y martirizado país.

LA PRIMA DE GABRIEL GARCIA MARQUEZ

Napoleón Pisani Pardi

Esther Avila

    En la revista KENA Nº 413 de fecha 17 de marzo de 1983, le hicimos una entrevista a Esther Avila, prima del escritor García Márquez, que, por considerar interesante, publicamos en el blog.

    Esther Avila, además de ser la prima de Gabriel García Márquez, es una excelente esmaltista sobre metales. Oficio recio, que no sé por qué razón, cultivan más mujeres que hombres en nuestro país.
    Esto de hacer esmaltes sobre metales es una ocupación tan antigua, o más antigua, que la imprenta de Gutenberg. Pero a pesar de ser una técnica tan añeja y tan importante, es todavía muy poco conocida entre nosotros. Para hacer un esmalte es menester (así lo dice un entendido en la materia) poseer un horno, varios pomos de esmalte, un cernidor, un bruñidor, goma de tragacanto, una tijera para cortar metales, un martillo de orfebre y, por supuesto, un poco de talento y cierto espíritu de alquimista, pues el fuego, los metales y una imaginación desbocada, fueron siempre los mismos instrumentos que utilizaron aquellos viejos sabios que casi descubrieron la escurridiza piedra filosofal.
    Esther vive en Caracas desde 1955, y fue aquí, en esta inefable ciudad, donde comenzó a trabajar dentro de las artes plásticas. Eso fue, según ella, cuando vivía en el edificio Dos de Diciembre, en El Paraíso, un edificio cuyo dueño, un italiano, le cambió el nombre, luego de la caída de Pérez Jiménez, por el de Loyola.
    Luego de terminar el segundo cafecito y de observar, con verdadero placer, las obras de la prima del NOBEL, doy comienzo a la preguntadera.

Napoleón Pisani, entrevista a Esther Avila. Caracas, 1983.

-       ¿Quién te enseñó la técnica del esmalte sobre metales?
-          Una profesora, ahora no recuerdo su nombre. Ella tenía su taller en la avenida San Martín. Después entré a una escuela del Estado que se llama Isabel Fajardo, allí aprendí a trabajar la cerámica y seguí haciendo esmaltes. Luego me inscribí en la Cristóbal Rojas, donde estuve cuatro años.

-       ¿Has realizado muchas exposiciones?
-          Sí, bastantes veces, tanto en Venezuela como en el exterior.

-       Esther, en el año 1960 yo hice muchos esmaltes en el taller del viejo Ricardo Arrúe. Recuerdo que en esa época era casi una proeza vender cualquier pieza realizada en esa técnica. ¿Hoy en día ha variado esa situación?, es decir. ¿Se puede vivir de tu profesión?
-          Bueno, modestamente, como vivo yo, Napo, sin lujos, tratando de estirar la platica que nos entra cuando vendemos una o varias piezas.

-       Triste situación la de muchos buenos artistas en nuestro país, ¿no?
-          Así es…

-       ¿García Márquez tiene obras tuyas?
-          Si, tiene una obrita que le regalé en una ocasión.

-       Pues mira, si deseas ser famosa mundialmente como tu primo, ¿por qué no le pides que prologue algún catálogo tuyo?
-          Siiii, se lo voy a pedir, y él se sentirá muy feliz, pues para Gabo será un honor prologarle un catálogo a Esther Avila. ¿Qué te parece?

-       Pues me parece muy bien. Y cuando le pidas ese escrito, pídele también un autógrafo para mí…
-          Con mucho gusto, Napo, con mucho gusto.

-       ¿Cómo es el carácter de tu primo?
-         El es muy especial, con decirte que él se casó con Mercedes a la seis de la mañana en la iglesia del Socorro, en Barranquilla, ella de azul celeste y él de azul marino. Yo tengo la foto del matrimonio, y dedicada: “Para Esther, con todo nuestro cariño, en el día más asustados de nuestras vidas. Gabo y Mercedes”. El es un loco, un buen loco y muy cariñoso, aguanta mucho, sobrelleva a las personas antipáticas.

















    Además sigue siendo el mismo Gabo de siempre, la fama no lo ha envanecido, es el mismo Gabriel de cuando vivía con nosotros en Colombia. Recuerdo que allá decía los quince y los últimos días del mes consiguiente: “Me encanta cuando Horte, mi mamá, dice que no hay nada que comer, porque es cuando mejor se come en esta casa”.

-       ¿Recuerdas en particular algunos de sus gustos?
-         Las camisas a cuadros, eran su chifladura. El tenia, recuerdo, dos camisas allá en Colombia. Allá se le palomeaban la muda de ropa para que tuviera qué ponerse al día siguiente.

-       ¿Qué es eso de palomearse?
-         Es lavar la ropa que te vas a poner mañana.

-       ¿Tú le escribes de vez en cuando a tu primo?
-         Si, en una ocasión, en diciembre de 1970, le mandé una tarjeta diciéndole lo siguiente: ¿Qué frases se utilizan para escribirle a un hombre famoso y desearle unas felices fiestas de navidad en compañía de su mujer y sus hijos?. Y él me contestó esto que te voy a mostrar: “A los pobres hombres famosos no se les dice nada, simplemente se les mandan tarjetas de navidad – como tú has hecho – para que se acuerden de los tiempos felices en que no eran famosos, cuando sus amigos no eran tantos como ahora, pero en cambio eran mejores. Un inmenso abrazo para todos. GABO”.


-       ¿Qué personaje de los cuentos y novelas de García Márquez, crees tú que se parece a él?
-         A el personaje principal de El Coronel no tiene Quien le Escriba.

-       ¿Por qué?
-         Porque cuando él en París, esperaba el cheque del Espectador, con una ansiedad muy comprensible. Esa situación se me antoja parecida al personaje de esa novela.

-       ¿Y qué obra de tu primo te gusta más?
-          Un cuento donde aparece Blacamán, aquel famoso faquir que vivió en Colombia y también aquí en Venezuela.

-       Yo conocí a Blacamán cuando niño. Un hombre moreno con una enorme melena estilo afro, que se enterraba y ayunaba por muchos días, además era encantador de serpientes y adivinaba el porvenir de su extensa clientela. Blacamán era para mí un personaje extraordinario. Ese es uno de los personajes que jamás olvidaré.
    Esther, ¿es cierto que Cien Años de Soledad lo escribió García Márquez en tu casa?
-         Totalmente cierto. Y nos cabe el orgullo de haber sido las primeras personas en el mundo que conocimos su contenido, leído por boca de él, pues esa novela fue escrita en nuestra casa allá en Colombia.

-       ¿Y tú apareces en esa novela?
-         Eso te lo dejo a ti para que lo averigües.

-       Bueno, entonces volveré a leer Cien Años de Soledad para descubrir cuál de todos esos personajes eres tú.

    Otro café, otra ojeada a los esmaltes de mi amiga Esther. Y ya fuera del edificio, con la carpeta repleta de notas, dibujos, fotos, cartas de Gabo, fechas y otras menudencias, pensé, no sé porque razón, en Pietro Crespi y en Mauricio Babilonia, y una extraña y repentina tristeza, me introdujo en un pequeño bar, donde, con mucha nostalgia, brindé por todos los Crespi y Mauricio Babilonia de la Tierra.

LA REVISTA NO SE EQUIVOCO

Napoleón Pisani Pardi


    En el semanario La Revista Nº 77, de fecha 29 de octubre de 1916, se publicó una foto de Pedro Angel González, a los 14 años de edad, con el siguiente título: Primicia y Promesa. La Revista no se equivocó. De inmediato publicamos la reseña que ese semanario le dedicó, en aquella ocasión, a quien luego se convertiría en un gran artista.

    “Pedro Angel González es un adolescente oriental, natural de Juan Griego, Estado Nueva Esparta, de 14 años de edad, que hace seis meses comenzó sus estudios de Escultura, en la Academia de Artes Plásticas de esta capital, bajo la dirección del maestro Cruz Alvarez García.
    Hemos dicho que González apenas tiene seis meses que se le enseña la técnica del palillo sobre la arcilla bruta y ya presentó su primicia estudiantil: un busto del Libertador. No es una obra que causa asombro por prodigiosa ni tampoco exhibe al minúsculo escultor como un “fenómeno” de precocidad; pero si es digna de admiración la rapidez del progreso que en tan corto tiempo ha adquirido el cultor neoespartano de Escultura.
    Acaso los “críticos únicos” aleguen que la fisonomía de Bolívar es por múltiples razones, de las que más se adhieren a la retina; que su ejecución en cualquier materia dúctil es relativamente fácil, e inevitablemente acusen en la obra de este niño la falta de observación de leyes académicas y preceptos escultóricos formulados desde siglos antes de Praxisteles (sic). Con reglas y compases medirán las proporciones del aludido busto y encontrarán que ángulo facial, distancias frontales y espacio comprendido entre la base de la nariz y la línea exterior del labio superior no guardan la armonía debida y hasta alguna protuberancia occipital sin equivalente a la realidad. Todos los defectos posibles puede encontrarles la crítica de minucias y de centímetro en mano. Más no podrá negar que este muchacho tiene auténtico talento y que su busto del Libertador tiene expresión genuina.
    La primicia de Pedro Angel González es indicio de promesa halagadora para el arte patrio.
    Continúe el adolescente oriental observando con fe, persevere en su tarea de hacerse una individualidad: que ya verá como los secretos del Arte, al conjuro de la constancia y de la emotividad de su alma, se abrirán para él de par en par con la clave del estudio, como las puertas áureas de un inmenso templo.
    Son nuestros votos al estimularlo en su carrera y al felicitar a su Profesor el Maestro Cruz Alvarez García”.

Pedro Angel González


    Nació en Santa Ana del Norte, estado Nueva Esparta, el 9 de septiembre de 1901, y falleció en Caracas el 31 de marzo de 1981. Fue amigo de varios artistas plásticos, poetas, escritores y críticos de arte, que pertenecieron al famoso Círculo de Bellas Artes. Según Enrique Planchart, Pedro Angel González era uno de los artistas más destacado de lo que él denominó la Escuela de Caracas.
    En 1926 deja la pintura para dedicarse al oficio de dibujante técnico y a trabajar, como diseñador, en el taller de fotograbado de Raúl Santana, quien durante más de cuarenta años, se dedicó a recrear, en tallas de pequeño formato, los personajes históricos y populares de la Caracas de ayer, así como también algunas escenas de nuestro folklore y las costumbres del país, y mostrar, en pequeñísimas piezas, parte de lo que es la dulcería criolla y otros elementos de nuestra gastronomía.
    En 1936 retoma su trabajo como pintor, e ingresa como docente en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, donde crea el Taller de Artes Gráficas, el cual dirigió durante diecisiete años.

Pedro Angel González. Paisaje de San Bernardino.

    En 1942 obtuvo el Premio Nacional de Pintura, y posteriormente se hizo merecedor de otros importantes premios por su trabajo como artista plástico. Fue miembro de la Junta de Conservación y Fomento del Museo de Bellas Artes de Caracas, y jurado de selección y premiación del Salón Oficial Anual de Arte Nacional.
    La obra de este excelente artista venezolano, está representada en la Sala Permanente del Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez en Porlamar, estado Nueva Esparta.